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domingo 15 junio 2025

Amplio ausentismo; poca legitimidad.


Héctor Manuel Popoca Boone.
¿Quiénes son los autores intelectuales y materiales del artero asesinato de Marco Antonio Suastegui Muñoz? El pueblo está esperando una pronta respuesta de las autoridades.
En su célebre libro, “Ensayo sobre la lucidez”, el escritor, José Saramago, narra las vicisitudes, los bordes y los resultados de una democracia local manipulada, como forma y mecanismo de acceder al poder, mantenerse en él y, a la vez, moldearlo; de acuerdo con los intereses de grupo de quienes lo detentan y lo controlan.
En esta novela política, Saramago nos narra pormenorizadamente del comportamiento límite gubernamental y por otro parte, del hartazgo movilizado de una población que, conscientemente, expresa su repudio público a un proceso electoral local emitiendo un voto en blanco o nulo como protesta ante la insatisfacción generalizada que les produce un sistema de gobierno que no vela por ellos; sino por pocos privilegiados que, hábilmente, han convertido el ejercicio democrático en una forma torcida de legitimar su permanencia atemporal para seguir dirigiendo los destinos de una localidad pueblerina. El pueblo practicó un sorpresivo y activo ausentismo y abstencionismo electoral.
En la novela en comento, hubo un alto ausentismo y abstencionismo (votos anulados a propósito o depositados en blanco en las urnas). Inesperado por su magnitud: más del 70 por ciento de los electores, se abstuvo de votar o anuló su voto depositándolo en blanco explícitamente, como expresión de inconformidad, desconfianza, de rechazo “valemadrista”, a un sistema de gobernar ajeno a sus esperanzas sociales. Lo inaudito fue la toma de consciencia ciudadana expresada en un desdén colectivo. Deslegitimaron de esa forma todo el proceso electoral y, por ende, sus resultados. Mostraron así su repudio e indiferencia al procedimiento democrático efectuado.
Esa narrativa la traigo como referente político literario, frente al reciente proceso democrático “sui generis” llevado a cabo el pasado primero de junio en México. Por medio del cual fue consumado el mecanismo de selección de la nueva Corte de Justicia de la Nación, del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, así como de la renovación parcial de otras salas de administración de justicia regionales, tribunales de circuito y juzgados de Distrito.
Información inicial indica que en principio en nuestra realidad mexicana, alrededor del 13 por ciento de los electores del país acudieron a votar para la elección de los nuevos ministros, magistrados y jueces federales. Un 87 por ciento de los electores no acudieron. De inicio, lo más grave es que la escasa participación ciudadana marcó la poca legitimidad de la elección y de la reforma judicial así obtenida. Entendiendo por legitimización popular la aceptación y reconocimiento de las nuevas autoridades judiciales electas por parte de la mayoría de los ciudadanos electores del país. He ahí el quid del asunto.
Querámoslo o no, el alto abstencionismo y ausentismo le resta calidad y autoridad, ética y moral, al proceso y a sus resultados. Aun cuando se haya salvaguardado un mínimo de la legalidad electoral establecida. De suyo grave fue esa realidad constatable: la mayoría de los electores no fueron a votar por desconocer personas, perfiles y trayectorias de las personas postuladas. Iban a salir a votar a ciegas y se negaron a ser comparsas para guardar las formas democráticas. Aun cuando hubo difusión extrema y contando con el auxilio de “acordeones escritos” como guías para votar, susceptibles de consultarse en el mismo momento de hacerlo. Modalidad reciente –anticonstitucional- de la democracia dirigida y controlada imperante. “Democracia con consulta ilustrada y voto indiscreto”, por llamarla de alguna otra forma. A los ciudadanos electores con bajo nivel educativo, que son la mayoría de nuestro país, en verdad les representó dificultad personal enfrentarse a un proceso electoral, abigarrado, rebuscado, complejo y confuso.
En fin, lo hecho, hecho está; y hay que darle pecho. Hay legalidad más no legitimidad. Lo bueno fue el erradicar fueros, prerrogativas, privilegios, concesiones, canonjías y corruptelas propias de un poder institucional en un país en donde la ley está al mejor postor donde tales vicios estaban enquistados en las cúpulas del poder judicial de la nación. Quienes de ellos gozaban, seguro estoy no iban a dejarlos por buena y propia voluntad.
La gran tarea que tendrán los nuevos integrantes de la Suprema Corte de Justicia es su legitimización frente una ciudadanía cuyo nivel de consciencia ciudadana dista mucho que desear para un país que se precie de ser verdaderamente democrático. Y en eso tenemos mucho que caminar aun. Por el bien de México, no cejar por tener una verdadera democracia, alta conciencia y educación cívica y una entusiasta participación ciudadana permanente.
Adenda. Felicito a la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, por la inauguración del nuevo hospital regional de Salud Pública de Tlapa, en el corazón de la Montaña indígena de Guerrero. Obra muy esperada de sexenios atrás, que será de gran trascendencia para la salud y vida de los pueblos que la región, siempre y cuando la corrupción, la burocracia y el racismo no pretendan engullírselo.
porelrescate@outlook.com

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